Por Randy Gage

Un día me estaba quejando con mi patrocinador sobre mi equipo. La mayoría de mi gente me parecía que eran muy flojos, nunca traían invitados a las presentaciones y parecía que estaban esperando que su grupo los hiciera ricos. Me preguntaba por qué no podían parecerse un poco más a mí.

Por desgracia, ese era el problema. Se parecían a mí.

Y eso es lo más increíble de este maravilloso y asombroso, aunque un poco loco y frustrante negocio al que llamamos Ventas por Apalancamiento. Porque todo lo que hacemos se remite al primer círculo: el círculo que dice “Tú”.

Este no es un punto de vista que se pueda compartir en el negocio hoy en día. La forma en que muchas personas ubican a los consultores en su equipo ha creado ciertamente una cultura de derecho en el negocio. Muchas personas exigen el spillover (desbordamiento) y lo ven como un derecho propio. De manera que, si su patrocinador no ha creado una estructura sólida en su equipo, se apresuran a echarle la culpa al patrocinador por los resultados poco exitosos que están obteniendo.

Otros le echan la culpa a su equipo. Es muy fácil culpar a nuestra gente e insistir en que no han hecho lo suficiente para hacernos ricos. Pero, por supuesto, en nuestro negocio no hay empleados, sino voluntarios.

El bono que cada mes se deposita en tu cuenta lleva tu nombre, el de nadie más. Una vez que aceptes eso, estarás listo para crear el éxito. Y para hacerlo, debes actuar de acuerdo a la Ley del Primer Círculo.

Somos responsables de ser los primeros, de probar el camino, de encontrar lo que funciona y de compartir esa información con los todos aquellos que vamos incorporando al negocio. Somos una combinación única de mentor, entrenador, profesor, oficial al mando y socio. La gente no trabaja para nosotros, sino para sí misma. Pero, por supuesto, lo que hacen repercute en nuestros propios resultados e ingresos.

La mejor formación que pude haber recibido para mi negocio vino de una fuente externa a este negocio. Lo que más me ayudó fue el trabajo que realicé al frente del Consejo de Administración de mi iglesia y de otras organizaciones sin ánimo de lucro, porque en cada caso trabajaba con un ejército de voluntarios. Y cuando no puedes contratar y despedir a la gente, te ves obligado a aprender, a inspirar, a liderar y a asociarte para conseguir un objetivo común.

Así que, ahí es donde empezamos, porque puedes lograr hacer todo eso por la forma en que ejecutas el primer círculo. Y el primer círculo es lo único que en realidad puedes controlar…

Puedes decir que vas a patrocinar a diez personas este mes, pero eso no lo puedes controlar, porque cada candidato toma su propia decisión sobre si finalmente firma o no la solicitud. Puedes establecer un objetivo para alcanzar un determinado rango en un momento determinado, pero, de nuevo, eso tampoco está bajo tu control. Lo único que controlas es ese primer círculo. Tú controlas cuántos folletos de 11 Secretos y Magalogs de Súper Inmunidad distribuyes. Y cuántas invitaciones haces a los candidatos para que vean uno de los impactantes videos informativos que ofrece Immunotec. La paradoja es que cuando tú controlas tu propio círculo, eso influye en todos los demás círculos de tu organización. Tú haces que se produzcan ciertos comportamientos, pero lo haces modelando tu propio comportamiento y siendo el ejemplo que la gente decide duplicar.

Lo que aprenderás en el camino es que uno no hace crecer su red. Debes hacer crecer a tu gente, y ellos hacen crecer la red. Pero todo empieza por ti, y por los principios, el comportamiento y la cultura con los que diriges.

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